11. Dios se hace el Dios de las personas

Pasternak, el gran escritor ruso, en un libro que ustedes conocen, “El doctor Jivago”, tiene dos páginas sorprendentes, conmovedoras, magníficas, que además conciernen la Santísima Virgen a partir del misterio de la Anunciación, y en que parece inspirado. Dice: “Hasta ese momento había imperios, se pisoteaba a los pueblos, corrían los ejércitos, habían grandes movimientos colectivos, y ahora, en el silencio de la Anunciación, ya no hay sino personas, Dios se hace el Dios de las PERSONAS, el Dios del secreto, el Dios del silencio, el Dios de la soledad, el Dios de cada uno, el Dios que habla al corazón de cada uno, sin ruido, el Dios que establece su reino en la intimidad de cada uno”. Y opone este Dios de las personas al Dios de los pueblos, al Dios de los imperios. En efecto, tocó a lo esencial. Esa es toda la novedad. En Jesucristo, ya no hay pueblo elegido, ya no hay imperio, ya no hay sino PERSONAS. Cada una espera en el más profundo secreto de sí misma, cada una es revelada a sí misma por la sangre de Cristo derramada por ella, ya que cada una pesa en la balanza de Dios tanto como la sangre del Señor.

La Cuaresma, día tras día, con Maurice Zundel.
Maurice Zundel (1897-1975), sacerdote suizo, escritor, poeta, teólogo y – según Pablo VI – “un genio espiritual”.